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Melany: “Como extraño aquellos tiempos donde salieron los primeros buses que se distinguían por las rutas, el color y sus nombres peculiares. Recuerdo el bus Crema y verde, tenía una franja color crema a los lados y en medio dos franjas verdes, como una bandera”.

 

Madeleine: “¡Ah sí! El que daba miedo era el Papagayo y los Piratas  esos volaban, eran un peligro en las vías, pero eso sí uno nunca llegaba tarde a ningún lado”.

Ginna: “Oigan, ¿de qué hablan? Están recordando los buses que tenían en común el nombre crema. ¡Ay no, qué alegría! Pensaba que ya nadie los recordaba, les cuento que mi mamá usaba el Rosado crema para ir a azotar baldosa a Juanchito en sus tiempos mozos”.

Melany: “¡Ese es un clásico! Recuerdo cuando vivía con mi familia en Siloé, nos montábamos en el Gris San Fernando, una de las primeras rutas en existir, este bus era muy querido por todos en el barrio”

 

Ginna: “Qué tiempos aquellos... Cuando estaba en el colegio, iba de paseo al zoológico, salía con el profe y mis compañeros a coger el Crema y rojo”.

 

Madeleine: “!Verdad! Qué buenos eran esos paseos. A mí me gustaba tirar baño en pance, iba con mi familia en el Blanco y negro  que atravesaba casi toda la ciudad, con un poco de chécheres que el conductor amablemente nos dejaba subir.”

 

Melany: “Cómo olvidar cuando iba a farandulear al único, el bus típico era el Amarillo crema, me llevaba derechito y sin demora, o cuando quería comida exquisita el Azul plateada era el bus que utilizaba. Era tan elegante que los conductores se ponían corbata los domingos”

 

Ginna: “¡Que recuerdos tan bonitos! Buses que permanecieron por más de medio siglo y hoy son recordados con mucha nostalgia, pues dejaron muchas experiencias en la memoria de los que tuvimos la oportunidad de montarnos en estos”

 Anécdotas

de los caleños

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y ahora un poema...

El Match buses “versus” pasajeros

 

¿Dónde se ha visto jamás lo que estamos viendo aquí?

¿Ni en qué país sufren más con los buses y choferes?

Si un pasajero tú eres y te toca trabajar

a la hora de almorzar o volver a tu trabajo

no encuentras dentro de un carro ni un asiento ni un lugar

en que poder recostar la espalda o el sentadero.

Más parece un matadero o una lata de sardinas

eso que los muy pedantes llaman líneas amarillas.

Amarillo ve uno todo cuando se trepa en un bus,

y si por desgracia tienes un callo que te atormente

¡ay! verás todo candente cuando sin poder chistar

la dama sin sospechar te lo pisa y lo despicha sin imaginar lo que sientes.

¿Se habrá visto desdicha más grande en otro lugar?

Y para colmo de males los señores esos tales

porque meten en sus líneas otro bus que soliviante,

la horrible y desesperante situación que nos aqueja

¡sin más ni más arman huelga! Y de patitas en la calle:

de la plaza a la Alameda, de la Alameda al mercado, del mercado a la estación.

¡Vemos pues que esta situación sólo se arregla de un modo

o volviéndonos choferes o que nos nombren de alcaldes!

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